martes, 9 de septiembre de 2014

Cierra Los Guillermos, otra mítica tienda del Centro de Córdoba



ABC

«Rebajas del 20, 30, 40, 50 u 60%». «Local adquirido». Son letreros que han aparecido en muchos locales en estos años de crisis, pero que desde ayer están en una de las tiendas más tradicionales de Córdoba, símbolo de ilusión para varias generaciones y toda una marca de prestigio. Los Guillermos se va de la calle Gondomar. Así lo asegura un cartel que está puesto en el escaparate que han mirado con ojos abiertos tantos niños. Según ha podido saber, no será una despedida total, sino parcial, porque Los Guillermos volverá a abrir sus puertas en otro punto de la ciudad.

Uno de sus empleados, que ha trabajado 25 años en la tienda, ha adquirido el negocio con la intención de continuarlo con el mismo nombre comercial, pero aún así la calle Gondomar, una de las más comerciales de Córdoba, perderá a uno de sus establecientos más queridos, que ha sumado 108 años de historia. El penúltimo de los que todavía estaban sobreviviendo a la llegada de las grandes franquicias.

En realidad, el establecimiento lo fundó el soriano Guillermo Giménez a finales del siglo XIX en las proximidades de la Corredera, y estaba dedicado a los cristales y la loza. Se trasladó en 1906 a la calle Gondomar y en principio era un local mucho mayor, ya que también abarcaba los bajos del colegio La Milagrosa. Entonces se llamaba Sobrinos de Guillermo Giménez y era como unos grandes almacenes, con hasta doce empleados. En el año 1948, uno de los sobrinos del fundador, Ángel Martínez Roca, decidió ampliarlo también a los juguetes. Su hijo tomó pronto el relevo y le dio el nombre que ya le daba la gente: Los Guillermos, y desde 1972 se dedicó únicamente los juguetes.

Eran famosas las muñecas «Mariquita Pérez», de la que tenía la exclusividad, y que marcaron a una generación de niñas en la postguerra, pero también los trenes, los juegos y los juguetes mecánicos, desde los coches hasta el aeromodelismo. Era frecuente encontrar pruebas de estos modelos en la calle, para que el futuro cliente comprobara las bondades del producto que iba a adquirir. En Navidad, Los Guillermos ha sido hasta última hora un hervidero de encargos en busca de juguetes tradicionales que resistieron la ofensiva de las grandes superficies.

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