El aceite de oliva virgen extra, como todas las grasas, necesita ser conservado en unas adecuadas condiciones ambientales para mantener a los largo del tiempo sus cualidades. Una equivocada conservación del mismo hará que los aromas y agradables sabores se esfumen y que puedan aparecer otros indeseables que le quiten valor.
Para una adecuada conservación del aceite, este se debe proteger de la luz y mantenerlo a una temperatura los más constante posible, sin grandes variaciones, y que no sea ni muy alta ni baja. También es indispensable mantenerlo lo más aislado posible del aire, ya que en contacto con él, se producen fenómenos de oxidación que derivan al enrarecimiento, además de adquirir sabores u olores de la atmósfera que lo rodea.
Por ello, lo ideal sería mantenerlo en envases o depósitos herméticos de vidrio, a oscuras y a una temperatura suave, de entre 15 a 20 grados. Es muy importante no rellenar un recipiente con aceite nuevo si contiene restos de otro aceite, pues sería perjudicial y se volvería rancio.
Si se ha espesado o solidificado, basta con ponerlo en un sitio adecuado para que vuelva a su estado normal, o sumergir el envase o recipiente en un baño maría de agua caliente. O también calentarlo suavemente en un microondas.
A diferencia del vino, el aceite de oliva virgen extra no mejora con el tiempo, por lo que el consumo preferente del mismo no debe pasar de un año desde la fecha de envasado, aunque según la variedad pueden conservarse en buen estado hasta 18 meses.
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