LEIDO EN EL ABC
La muestra tiene una primera parte en el espacio de la antigua capilla, donde el Crucificado ocupa el lugar que tuvo desde 1614, cuando lo donaron, hasta 1837, año en el que se cerró el hospital: la cabecera de la iglesia. Sobre él, la bóveda con el escudo de las cinco llagas de la hermandad y a sus pies, la lápida de los hermanos difuntos que se enterraron a sus pies.
Mucho ha cambiado desde entonces, pero el museo ha dispuesto junto al Señor los dos cuadros que le flanquearon: San Pedro y San Pablo, obra de Antonio del Castillo en 1655, que de alguna forma reconstruyen el antiguo retablo. El camino hacia el resto de la exposición reconoce también la historia de la hermandad, puesto que en las escaleras están los frescos en que se representa, entre otros motivos religiosos, al Crucificado. La muestra recorre después la historia de la antigua y nobiliaria hermandad de la Caridad, destinada a las obras asistenciales desde el siglo XV e instituida por los Reyes Católicos, como asegura uno de los azulejos de la colección Romero de Torres que abren la segunda parte.
Limpieza de sangre
Llaman la atención los dos libros de reglas con hermosas ilustraciones, uno de 1594 y otro de 1775, ambos del Archivo de Viana. También hay solicitudes de pertenecer a la cofradía con un documento que entonces era imprescindible: la carta de limpieza de sangre con su árbol genealógico, como una de 1565, procedente, como gran parte de la muestra, del Archivo de la Diputación Provincial. Llama la atención un libro con el procedimiento para entrar a los caídos en cruzadas, con fecha de 1535.
Allí están, por ejemplo, las Obras Pías de Alonso Fernández de Córdoba, que en el siglo XVII dedicó parte de su patrimonio a la redención de niños cautivos, algo nada infrecuente, porque hay también un certificado por este mismo concepto, con sellos oficiales. La muestra se podrá visitar hasta el día 2 de noviembre.
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