CARMEN LOZANO
"¿Valientes? Ser valiente es amanecer todos los días en Bangassou". Quienes afirman esto de forma tan rotunda son cuatro miembros de la Fundación Bangassou que ayer se tiraron en paracaídas por primera vez en sus vidas con tan solo unas horas de cursillo, una "locura" con la que pretendían llamar la atención y reivindicar lo que está pasando en esa zona de la República Centroafricana tras su toma por parte de los rebeldes de Seleka, y al mismo tiempo conseguir fondos para la reconstrucción de la ciudad cuya diócesis preside el obispo cordobés Juan José Aguirre, que ayer disfrutaba de la solidaridad que se dio cita en el aeropuerto de Córdoba.
"Yo también quería saltar, pero me lo han prohibido los médicos", decía ayer Aguirre que, un poco más delgado, pasa unos días en su ciudad natal mimado por su familia y amigos. "Hemos vivido momentos muy duros durante estos últimos meses", asegura el obispo, que necesitaba "descansar y oxigenarme un poco", aunque su pensamiento sigue en esa zona centroafricana, donde volverá dentro de unas semanas. "He dejado allí a dos compañeros terminando el colegio y cuando yo vuelva ellos también podrán marcharse unos días a descansar", continúa mientras observa cómo los cuatrohéroes -Pablo Rumbao Aguirre, Miguel Aguirre, Alfredo Laguna, Alberto Alonso- reciben las últimas instrucciones antes de subir al avión.
Pero enseguida vuelve a relatar cómo ha dejado la zona en la que lleva 34 años de trabajo, los últimos 15 como obispo. "La situación está igual que estaba: cuarenta guerreros rebeldes dominando Bangassou a las órdenes de un comandante sudanés que está imponiendo su ley como un nuevo señor de la guerra", dice con amargura, sentenciando que "se están comiendo Centroáfrica con patatas y a fuego lento".
Ante este panorama, para Juan José Aguirre la labor que está realizando la Fundación Bangassou es algo "maravilloso" porque son gente que "cree contra toda esperanza". "Nos han robado ya la mitad de todo lo que tenemos", entre otras cosas, los coches de los que disponía la diócesis para desplazarse por la zona. Además del apoyo moral y emocional que aporta saber que hay gente a miles de kilómetros que quiere ayudar, a nivel material esta organización significa "mucho". "Estas actividades nos van a ayudar a comprar nuevos vehículos que necesitamos, aunque esta vez serán los Suzukis más pequeños que haya, para que no nos los puedan robar".
Actividades como las de ayer --que en el seno de la fundación han denominado Locuras por Bangassou -- son "muy importantes" también para recaudar fondos, de hecho, los cuatro paracaidistas que saltaron al vacío vestían camisetas donde figuran los nombres de todos aquellos que han patrocinado esta acción o "son solidarios con esta reivindicación de que intervenga quien tenga que hacerlo para solucionar el problema de Centroáfrica", señala Miguel Aguirre, hermano de Juan José y presidente de la fundación, que señala que ya se han llevado a cabo otras actividades de este tipo, "aunque menos osadas", y todas ellas han sido idea de los más jóvenes miembros de la fundación, "que son los que tienen el ánimo y el espíritu para hacer todas estas cosas"
"La ocasión merece la pena", asegura uno de estos aguerridos colaboradores sobre la causa de tal acción, "protestar por la situación que se vive en Bangassou" y conseguir que "sirva de apoyo a la labor de Juan José", al que no extraña esta solidaridad porque "siempre he sentido que en Córdoba había una retaguardia que funciona muy bien". Pese a las caras de susto de los familiares de estos "valientes", afortunadamente, tras el salto, los cuatro volvieron a poner los pies en tierra, eso sí, con una satisfacción "muy especial".
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