EL DIA DE CÓRDOBA
La Mezquita-Catedral cumple tres décadas de reconocimiento, de protección y salvaguarda gracias a la declaración como Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco. Fue el 2 de noviembre de 1984 en Buenos Aires cuando el símbolo de Córdoba ascendió un escalafón, ya que anteriormente había sido catalogado como Bien de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura y declarado Monumento Nacional en 1882. Como colofón, el pasado mes de junio la Unesco le otorgó la distinción de Bien de Excepcional Valor Universal.
VALOR EXCEPCIONAL
La excepcionalidad que representa que una mezquita, en lugar de ser destruida con la Reconquista cristiana, se conservara en armonía con el nuevo culto, fue motivo fundamental para que la Unesco accediera a otorgarle el título de Patrimonio Mundial. De esta forma, la convivencia entre religiones que representa esta vasta construcción -tal y como ocurrió en la Córdoba de los omeyas, cuando el templo se construyó- resultó realmente extraordinario para el comité evaluador de las candidaturas que se presentaron ese año. Entre ellas destacó la de la Alhambra y el Generalife, que también consiguieron el preciado reconocimiento.
Desde 1984, la Mezquita-Catedral se ha convertido en un símbolo de Córdoba a nivel internacional, siendo un atractivo para turistas llegados desde todos los puntos del mundo. Su buena conservación y su unicidad han hecho que las visitas -cientos de miles- aumenten progresivamente, sobre todo en los últimos años, en parte gracias a la iniciativa El alma de Córdoba, un recorrido nocturno que recorre los principales puntos del monumento.
El tirón de la Mezquita es tal que muchas personas pasan por la ciudad sólo para conocerla, sin ampliar su visita a otros monumentos. Esto incluso ha hecho que empresarios del sector hostelero propongan un cambio en el modelo turístico con el fin de aumentar las pernoctaciones en la capital, algo que está previsto en el Plan Turístico de Grandes Ciudades.
Pero la Mezquita no sólo es un imán para los viajeros, sino también el bien más preciado por los cordobeses y un marco excepcional que sirve para el desarrollo de actividades culturales, principalmente conciertos. Así, el Patio de los Naranjos es cada junio uno de los escenarios de la Noche Blanca del Flamenco, mientras que el interior del templo ha acogido conciertos como el que Paco Peña ofreció en 2010 para la inauguración del Festival de la Guitarra junto al Coro Ziryab. O el que la Orquesta de Córdoba dio el pasado año con motivo del Día de los Difuntos y que repetirá esta tarde. También ha servido de escenario para la representación de autos sacramentales y acoge exposiciones, como Teno y el arte sacro o Córdoba, ciudad conventual, que se pueden ver en el recinto en la actualidad.
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